Las Puertas del Hades

(Hades' Gates)

Con relación al verdadero significado de esta metáfora, puedes ver que en este pasaje, Jesús no mencionó ningún espíritu inmundo. Lo más cercano a esto que Él mencionó fue las puertas del Hades, las cuales son por supuesto simbólicas, pues no hay forma en que unas puertas del Hades en forma literal puedan hacer algo en contra de la iglesia.

¿Qué representan las puertas del Hades? Tal vez son símbolo del poder de Satanás, y Jesús quería decir que el poder de Satanás no detendría el crecimiento de la iglesia. O tal vez, Jesús quería decir que la iglesia que construiría salvaría a la gente de no ser prisionera tras las puertas del Hades.

Note que Jesús realmente hizo referencia a dos tipos de puertas: las puertas del Hades, y las puertas del Cielo cuando hablaba de darle las “llaves del reino” de los cielos a Pedro. Esto también apoya la idea de que lo que Jesús dijo acerca de las puertas del Hades es una representación del trabajo de la iglesia acerca de salvar a la gente para que no vayan al Hades.

Aun si Jesús quería decir que “todo el poder de Satanás no detendría la iglesia”, no podemos concluir que sus comentarios acerca de atar y desatar son instrucciones acerca de lo que debemos hacer con los espíritus malvados en las ciudades, por la simple razón de que no podemos encontrar ejemplos en los evangelios o en el libro de los Hechos de alguien atando espíritus malvados sobre las ciudades, y tampoco encontramos ningún ejemplo de esto en las epístolas. Sin embargo, si interpretamos las palabras de Jesús acerca de atar y desatar debe hacerse contextualmente con el resto del Nuevo Testamento.

Con la ausencia de ejemplos en la Escritura, es increíble como algunas veces los cristianos dicen cosas tales como, “yo até al diablo en el nombre de Jesús”, o, “yo desaté un ángel sobre esta persona” y otros más. Nadie dice cosas tales como estas en el Nuevo Testamento. El énfasis en los Hechos y en las epístolas no está en atar o desatar al diablo, sino en predicar el evangelio y orar a Dios. Por ejemplo, cuando Pablo estaba siendo abofeteado por un mensajero (literalmente, ángel) de Satanás, él no lo trató de atar. Él oró a Dios al respecto (ver 2 Corintios 12:7-10).