“Dios Hizo a Abraham Rico y Las Bendiciones de Abraham son Promesa para Nosotros”

("God Made Abraham Rich, and Abraham's Blessings Are Promised To Us")

Esta justificación común se origina en las palabras de Pablo que encontramos en el tercer capítulo de Gálatas. Hablaremos acerca de este verso, pero dentro de su contexto:

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los que tienen fe son bendecidos con el creyente Abraham. Todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para cumplirlas. Que por la ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque el justo por la fe vivirá. Pero la ley no procede de la fe, sino que dice: El que haga estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros (pues está escrito: maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:8-14, énfasis agregado).

La “bendición de Abraham” de la cual Pablo habla en el verso 14 era la promesa de Dios a Abraham para bendición de todas las naciones en él (lo que vemos en el verso 8), o más específicamente, como Pablo lo explica unos versos después, en la semilla de Abraham, Jesús (Gálatas 3:16). De acuerdo con lo que acabamos de leer, Jesús proveyó esa promesa de bendición a todas las naciones al ser maldecido por Dios, muriendo por los pecados del mundo en la cruz. Así que las bendiciones de Abraham que llegaron a los gentiles no son acerca de hacer a los gentiles materialmente ricos como Abraham, sino acerca de la promesa de Dios a Abraham de bendecir a las naciones gentiles por medio de su semilla—y su cumplimiento en Jesús a través de su muerte en la cruz por ellos. (El tema central de Pablo es que los gentiles pueden ser salvos por fe, igual que los judíos, a través de la fe en Jesús).